Xul inventó dos idiomas: la panlengua, una alternativa al esperanto, de base numérica y astrológica, monosilábica y sin gramática, que permitiría la comunicación universal. Y el neocriollo, una mezcla entre el castellano, el portugués, el inglés, el alemán y el guaraní. Sometidas a un proceso incesante de transformación hasta el final de sus días, apenas se conservan de ambas unos pocos fragmentos dispersos.